viernes, 5 de enero de 2018

BSO (II). Celebrar la vida

Entre todas las cosas que he podréis encontrar en El fin del mundo también se encuentra mi fascinación por la vida rural. Los que somos de ciudad, vemos la vida de los pueblos como una expedición a la selva amazónica. Todo es extraño y a la vez fascinante. Después de cuatro años en un pueblo, os garantizo que no hace falta inventarse un Macondo para vivir el realismo mágico. Desde casa, todavía de noche, oigo un gallo cantar a deshoras. En verano, he visto a un hombre cabalgar al galope por una carretera que, si la sigues, llega hasta Madrid. Los velatorios son anunciados por un coche que recorre todo el pueblo. Y en otro, he visto cómo sus vecinos muestran orgullosos un elemento de tortura como un monumento.



Alguien que describió la vida rural muy bien fue Ray Bradbury. Llegué a él a través de sus crónicas de Marte y después fui descubriendo sus libros de relatos. Sus cuentos describen una vida rural puramente americana, pero que podríamos llevar a cualquier lugar de nuestro entorno.



Como en el caso que os contaba a principios de esta semana, he intentado "españolizar" ese tipo de narraciones. Sin embargo, cada uno tiene sus raíces en su tierra, y nuestro modo de celebrar la vida es muy distinto a como lo hacía Bradbury. Y para muestra, fijaos en otro de los temas de esta banda sonora.

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