domingo, 28 de enero de 2018

Influencias Cósmicas

Mientras preparo una entrada sobre las influencias "terrenales" que podréis encontrar en El fin del mundo, os hablaré de otra menos terrenal, más mística y sobre todo cósmica. La ciudad donde resido ahora tiene bastantes records. Uno de ellos, bastante polémico y por el que muchos de mis compañeros de trabajo saben de Molina de Segura, es éste. Aunque ya os digo que es bastante discutible, tanto por la forma en que se realizó el estudio como por el resultado final.

Otro de los records es que aquí cayó el meteorito más grande de que ha caído en España, en la nochebuena de 1858. A raíz de ese hecho, se produjo otro que no es menos llamativo y es de que Molina de Segura es la ciudad de España donde residen gran parte de los escritores de la Región. Es más, es de las ciudades de España donde más escritores residen. Podría detenerme a contar todo lo que ha venido después como la Orden del Meteorito donde están los escritores más importantes de la ciudad o el Paseo de las Letras de Molina, pero para eso ya os dejo el video que pongo más abajo. Sin embargo, yo que soy muy incrédulo con estas cosas, sí que puedo contar mi propia experiencia.



Alla por 2001 y 2002, cuando residía en Cartagena, me presenté durante dos ediciones a un premio literario que el Ayuntamiento de Molina organizaba para jóvenes. Era una época en la que, ilusionado por lo que escribía, me presenté a muchos concursos con más o menos fortuna. No guardo ningún texto de aquella época, pero en esas dos ediciones quedé finalista dos veces. Con los años, la literatura quedó a un lado. Lo fui intentando con una novela o algún cuento, pero perdí el interés hasta que ya no volví a escribir nada... Hasta que vine a vivir aquí. Tras muchos años sin escribir, al venir a esta ciudad, las historias volvieron a mi cabeza y las ganas de contarlas también. Como he comentado antes, lo había intentado años atrás, pero no había conseguido sacar nada decente. Quizá sea la casualidad, pero es raro que volviese a escribir al poco de venir aquí. Algo quedó aquí tras esos concursos y volvió a mí cuando llegué a esta ciudad. Muchos hablan medio en broma de la influencia del meteorito en sus vidas como escritores, pero yo estas historias me las tomaría muy en serio. Y para muestra un botón.


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lunes, 15 de enero de 2018

El fin del mundo

La semana pasada, Boria Ediciones hizo pública, a través de las redes sociales, la portada de El fin del mundo. Muchos se preguntan por qué hay un gorila en la portada y otros, tratando de afinar el tiro, preguntan por qué está King Kong. Bueno, trataré de dar una explicación sin spoilers.

La historia comienza a las siete de la mañana, allá por 2016. Todavía es de noche y cada uno de nosotros nos hemos sentado en nuestro puesto de trabajo. Javi, un compañero que trabaja en mi mismo departamento, ha estado de vacaciones. Nos da los buenos días y le preguntamos que qué tal han ido esas vacaciones. Nos dice que no ha hecho gran cosa y que tuvo algún que otro problema familiar leve. Luego cuenta, como una gran aventura, que un día tuvo problemas con su vecino. Dice que el vecino tiene dos perros grandes (aunque hay que decir que Javi, hablando de memoria, tendrá una estatura de 1,65 metros más o menos) que, al dejarse la puerta del jardín de su casa abierta, salieron a la calle. Al ver a otros vecinos que estaban en ese momento por la zona, los perros se lanzaron a por ellos, llegando a morder a uno. Javi, asustado, llamó a la policía y los agentes, aunque tomaron nota, no mostraron mucho interés en acudir a la urbanización donde vive Javi a poner paz. Recuerdo que hicimos muchas parodias de la escena. Es un muchacho de esos puteables (claro está, desde el cariño) y nos llamó cabrones un par de veces (o más). Aunque no recuerdo el final, la historia se quedó ahí, en mi cabeza, hasta un tiempo después.


En El fin del mundo esta historia está también presente. Un fin de semana, me planteé qué pasaría si, de pronto la naturaleza tomara el control. No vivo muy lejos de un zoológico donde los animales viven con sus instintos acomodados a la cautividad, y en el lugar donde trabajo hay un zorro tan acostumbrado a que le den de comer que se ha licenciado como animal doméstico. Pero ¿y si no fuera así? Hay veces que las plagas modernas nos superan. No quiero pensar qué pasaría si nos enfrentásemos a algo más grande o a todos los habitantes de una jungla a la vez.Tomé la historia de Javi y, con algunos adornos, la transformé en el cuento que da título al libro. A medio camino entre la comedia y el relato apocalíptico, pasé un buen rato ese fin de semana. Porque he de decir que fue muy divertido y que tengo la impresión de que fue un acierto muy grande tomarla para el título y para la portada. Tanto que la portada ahora es quizá el cuadro más importante de mi casa.




Por cierto, si queréis conocer más de la genial artista que hizo la ilustración, Diana Escribano Henarejos, podéis pasar por aquí y ver el resto de sus trabajos.

jueves, 11 de enero de 2018

BSO (III). Rick, Morty y Elliot

Llegué a Elliot Smith como se suele llegar a estas cosas: a través de algo que no tiene nada que ver. Llegué a través de Rick y Morty. Rick y Morty es una serie donde sus protagonistas son una parodia de los de Regreso al Futuro o quizá habría que decir que los de Regreso al Futuro son una parodia de los de Rick y Morty tras haber visitado sus productores nuestro presente y volver a los 80 a hacer una parodia de esta serie (pensad en ello).

Rick y Morty, son abuelo y nieto. Rick es un alcohólico con rasgos psicópatas y Morty es un chaval inseguro al que su abuelo le hace mil putadas. Rick es inventor y con su nieto viaja por infinidad de realidades alternativas, enfrentándose a todo tipo de peligros, en muchas ocasiones, sacados de las grandes películas de ciencia ficción de los últimos años: marcianos, seres de otras dimensiones e incluso dobles del propio Rick, al que, aplicándole eso de Conócete a ti mismo, consideran un auténtico peligro.



En uno de los capítulos de la primera temporada, aparece una canción de Elliot Smith, y a partir de ahí, comencé a investigar. Los meses siguientes, algunas de sus canciones me ayudaron a darle la dirección deseada al libro.


Elliot Smith fue un músico más que murió joven, lidiando con la depresión, el alcoholismo y las drogas. Pero como suele suceder en estos casos, ser uno más de los que han muerto jóvenes, hace que uno se pregunte, como hace Rick, por qué alguien tan excepcional por su música entró en esa lista.


martes, 9 de enero de 2018

Las Ruinas del Edén

En una entrada anterior, os comentaba que uno de los cuentos del libro toma como base una anécdota que viví cuando me mudé al edificio donde actualmente resido. Pero, también, toma elementos de un paisaje que se ve desde mi ventana. Un paisaje que no me había dado cuenta de lo presente que está en varios cuentos hasta que no los leí un tiempo después de haberlos escrito.



Desde esta ventana, se puede ver un paisaje que, sin ser de una belleza deslumbrante, sí que muestra unos elementos que agitan la imaginación. Desde esta ventana, hemos visto nieblas impenetrables, atardeceres de almanaque de carnicería, incendios misteriosos y también (y la prueba la tenéis en la última foto) hombres voladores.


             
        

        


Pero lo más fascinante del paisaje es el minigolf abandonado que podéis ver a la derecha  de las imágenes . Forma parte de una casa en la que vive una señora mayor. Me llama   la  atención ver un sitio así todavía. En los años ochenta, siendo niño, recuerdo haber ido a pasar  el rato a alguno  de estos sitios. Tiene gracia encontrar en ruinas  un estado emocional que uno ha vivido en su infancia. Pero lo que más llama la atención es ver a una señora mayor vivir en mitad de un paisaje en ruinas que se resiste a estos tiempos tan modernos, como si esas ruinas fueran las de su Edén particular.

viernes, 5 de enero de 2018

BSO (II). Celebrar la vida

Entre todas las cosas que he podréis encontrar en El fin del mundo también se encuentra mi fascinación por la vida rural. Los que somos de ciudad, vemos la vida de los pueblos como una expedición a la selva amazónica. Todo es extraño y a la vez fascinante. Después de cuatro años en un pueblo, os garantizo que no hace falta inventarse un Macondo para vivir el realismo mágico. Desde casa, todavía de noche, oigo un gallo cantar a deshoras. En verano, he visto a un hombre cabalgar al galope por una carretera que, si la sigues, llega hasta Madrid. Los velatorios son anunciados por un coche que recorre todo el pueblo. Y en otro, he visto cómo sus vecinos muestran orgullosos un elemento de tortura como un monumento.



Alguien que describió la vida rural muy bien fue Ray Bradbury. Llegué a él a través de sus crónicas de Marte y después fui descubriendo sus libros de relatos. Sus cuentos describen una vida rural puramente americana, pero que podríamos llevar a cualquier lugar de nuestro entorno.



Como en el caso que os contaba a principios de esta semana, he intentado "españolizar" ese tipo de narraciones. Sin embargo, cada uno tiene sus raíces en su tierra, y nuestro modo de celebrar la vida es muy distinto a como lo hacía Bradbury. Y para muestra, fijaos en otro de los temas de esta banda sonora.

martes, 2 de enero de 2018

Lovecraft, una buena idea y una novela aún mejor

Me cuesta leer a Lovecraft. Sí, lo reconozco. Ese estilo tan ampuloso no es de mis preferidos,  pero valoro sus mitos, sus idiomas impronunciables, su Arkham o su Miskatonic University. Y, en estos tiempos de tanta corrección política, en los que, como nuevos inquisidores, hemos dejado de aceptar que cada uno es hijo de su tiempo, me divierten, por lo patéticas que son, sus parrafadas racistas. Pero sobre todo me encantan esas tramas en las que un forastero encuentra a una comunidad que guarda un secreto inconfesable. El forastero, ante los hechos que comienzan a amenazarle, investiga lo que acontece cada noche y su mente racional choca con una serie de elementos sobrenaturales hasta enloquecer, en el mejor de los casos, al no comprender los misterios del universo que le han sido revelados.  Por suerte, como las invasiones extraterrestres, Cthulhu y compañía están en Estados Unidos. Por eso, un día me pregunté cómo sería tener algo así en Europa.



A finales de 2013, fui a trabajar a la parada de una central térmica en Galicia, a un pueblo que se llama As Pontes de García Rodríguez. Allí pasábamos unas once horas al día, de lunes a sábado, en la oscuridad de una caldera, con las caras llenas de hollín y un olor a hierro en la piel que no se iba ni a la tercera ducha. En un pueblo rodeado de bosques y en el que su principal actividad económica era aquella colosal central térmica, no había mucho que hacer después de trabajar, salvo la compra y tomar algo en un bar que estaba decorado como un castillo medieval.

 

Como un juego, para pasar el rato, elaboré un pequeño diario en el que cada día le escribía una carta a mi mujer. Ahí se narraban cosas como el día a día, mi relación con mis compañeros, etc. Una noche justo antes de dormir, viéndome en aquel pueblo como un personaje de Lovecraft, con el ruido de la lluvia en los cristales, recordé una de esas tramas de horror gótico. Y, hasta que caí dormido, estuve imaginando cómo sería vivir una de esas historias en un entorno ibérico y rural como aquel. Anoté algunas ideas: unos seres anteriores al mundo como lo conocemos, un ambiente rural y hostil, una  narración epistolar como las de las grandes novelas de terror de hace un par de siglos... Me pareció una gran idea y, años después, la transformé en uno de los cuentos de El fin del mundo. La idea era tan buena que, en su estructura y en su esencia, ya la habían usado en una novela.

  


Manuel Moyano, a día de hoy, en mi opinión, el mejor narrador que hay en nuestro país, escribió la novela La coartada del diablo en la que, siendo su argumento muy diferente, se recogían algunas de las ideas (o al menos me gusta pensar que fue así) que se me ocurrieron en ese pueblo gallego para mi historia. Yo no puedo dejar de recomendar esta estupenda novela, de la que mi ejemplar, como un misterio Lovecraftiano, guarda el hecho de haber pertenecido a dos personas diferentes en dos momentos diferentes.

 

 

En El fin del mundo, finalmente, incluí ese cuento donde llevé el universo de Lovecraft a nuestro entorno y en el que hago un guiño a la novela de Moyano. Sin embargo, no es la única referencia al horror cósmico que encontraréis en mi libro de cuentos. En El fin del mundo hay muchos homenajes y el homenaje a Lovecraft no está sólo en un cuento. ¿Cómo vamos a hablar del horror cósmico sin mencionar por alguna parte el Necronomicon?

P.S. En la literatura hay muchos ejemplos de homenajes a Lovecraft, pero, sin duda, mi favorito es y siempre será éste.