Imagen de Tom Gauld. |
Sin embargo, con el cuento es distinto. A los que escribimos y leemos cuentos, nos gusta entrar en ese juego que diariamente nos proponen los que nos rodean. ¿Cuántas veces nos han contado una historia breve sobre algún conocido en menos de cinco minutos? ¿Cuántas veces esas historias se han quedado con un final abierto del que no hemos vuelto a saber nada? Al fin y al cabo, la vida es una sucesión de relatos cortos y muy pocos viven novelas. Por eso, os invito a leer El fin del mundo. En sus páginas, reconoceréis cosas que habréis vivido de alguna u otra forma.
Mientras mi editor y yo ponemos el libro bonito para las librerías, en este blog os iré contando cosas que podréis encontrar en sus páginas, y el día a día de un libro de cuentos en un mundo donde sólo parece haber sitio para las novelas.
P.S. Los cuentistas nos rebelamos contra los novelistas. Quizá por eso, en represalia por esa actitud, mi novela, aún en borrador, se está mostrando muy rebelde con su autor.
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